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Fuente de la imagen: mvc archivo propio |
Esta falta de claridad genera desconfianza y socava la capacidad de las personas para ejercer un control efectivo sobre su información. Por otro lado, la IA, al aprender de los datos con los que se entrena, puede perpetuar y amplificar sesgos preexistentes en esos conjuntos de datos. Si la información utilizada para alimentar un sistema de IA contiene prejuicios sociales o culturales, es muy probable que el algoritmo reproduzca esos sesgos en sus resultados, lo que llrvaría a discriminaciones y tratos injustos. Este riesgo es particularmente sensible en el ámbito de la PDPyGDD, donde la equidad y la no discriminación son principios esenciales. La regulación, debe establecer límites y garantías para un uso ético y responsable de la inteligencia artificial en el tratamiento de datos personales, trabajando en marcos normativos que aseguren la supervisión humana de las decisiones automatizadas, que promuevan la explicabilidad de los algoritmos y que establezcan mecanismos claros para que los individuos puedan impugnar las decisiones tomadas por sistemas de IA. La finalidad no es frenar la innovación, sino asegurar que el desarrollo y la aplicación de la inteligencia artificial se realicen de una manera que respete los derechos y libertades de las personas, construyendo así un futuro digital más seguro y equitativo.